Pablo Duque San Juan, neuropsicólogo clínico, nos habla de una de sus últimas experiencias como orador en una población de València, Benifaió, donde fue invitado a dar una charla sobre el diagnóstico en las demencias.
Hablar a un público heterogéneo supone no sólo esfuerzo sino estructuración. Hablar a un público heterogéneo de Benifaió supone, además, hablar valenciano. A mí, no obstante, me permitieron hablar en este castellano que ya no sé ni de dónde es. Desde la Asociación de Familiares de Alzheimer de Benifaió, Almusafes y Sollana me invitaron a dar una charla sobre cómo se llega al diagnóstico de demencia coincidiendo con el día mundial de la Enfermedad de Alzheimer. La conferencia debía ser breve, de unos 40 minutos, y dirigida a un público no científico. Una gran mayoría eran familiares de pacientes que tenían o habían tenido una demencia. Así que me dije: "¿qué les contaré a estas personas que, nada más sufriendo lo que han sufrido, ya saben más que yo [lo cual, sin duda, no es difícil]?". Y me puse a la tarea.
Decidí hacerlo muy fácil, muy claro, muy sencillo. Decidí tomar como referencia el PIDEX, el primer plan sociosanitario en España para los pacientes con demencia. El PIDEX, como todo, tiene sus fallos. El PIDEX, como todo, tiene sus aciertos. Un gran acierto fue el hecho de introducir a neuropsicólogos en los servicios públicos de salud, contratados desde la Administración Pública y no con las becas de cualquier laboratorio farmacéutico o cualquier estudio, que, huelga decirlo, son magníficas durante un tiempo pero no pueden suplir algo que debería dar el estado [como tantas y tantas cosas, que diría aquel]. Me hace gracia que siempre se "destroce" a las casas farmacéuticas y llevan financiando décadas a los neuropsicólogos de los hospitales, ayudando así al ser humano [seguro que alguno dice: seguro que han medido hasta las ganancias; y yo contesto: "sí, el enfermo y los familiares saben mucho de eso"].
Y ahí estaba yo en Benifaió [creo que allí el viento da la vuelta], en la plaza del pueblo, y buscando un lugar llamado El No Sé Qué Agrario. Y lo encontré. Y allí que di la conferencia. Y no me tiraron tomates [raro eso; creo que estaban comprados]. Fue una gran experiencia. Fue un placer encontrarse con tantas y tantas personas que lo único que quieren, lo único que quisieron, es que los pacientes que tienen cuadros demenciales estén mejor y puedan tener la calidad de vida que se merecen. Para ellos toda mi admiración y mi cariño.
Y res mes, como dicen por aquí [que estoy de un suelto en valenciano…]. Ahí os dejo la charla que di (haz click aquí). No olvidaré a los de la asociación…, aunque tenga demencia. P
Un comentario
Gracias Pablo Duque por comentar la experiencia desde tu punto de vista y en una situación difícil: la de hacer llegar una visión científica y clínica sin perder ni un ápice de humanidad.
Precisamente, creo que es esa capacidad para empatizar con los allí presentes y transmitirles esperanza la que le dá sentido y valor a éste trabajo.
Un saludo